La mañana del sábado desperté con una resaca
de hamburguesa (si, si existe eso, yo lo corroboro y certifico y nadie se
atreva a negarlo, ¡Yo tuve una!) que no me dejó dormir tranquila toda la noche,
sin embargo yo tenía una cita ese día y a las 11:30 am en punto (¡No es de
Dios!) llegó por mí con la promesa de llevarme a un lugar nuevo y diferente.
Ahora, todo mundo sabe que yo soy todo menos
morning person pero toda la semana me había emocionado con mensajes y textos e
inbox y whatsapps preguntándome si ya estaba lista para nuestra cita y en uno
de tantos mensajes encriptados me escribió “PONTE ROPA QUE SEA FÁCIL DE QUITAR”.
“Esto promete, Rocío”, pensé para mis
adentros. Ante esas palabras y mi curiosidad matándome decidí, que para no
perder mi reciente racha de buena suerte, me iba a quedar calladita y a
obedecer así que con el dolor de mi alma y la burger resaca a todo lo que da a
las 11:30 estaba lista.
Enfilamos para Leones y yo toda emocionada.
Llegamos a un lugar muy poco acogedor para ser franca, paredes blancas, sofás
feos y bastante raro en general y yo solo pensaba “¿qué hacemos aquí? Mejor le
hubiera dicho que nos fuéramos a desayunar en el Starbucks de la esquina” (ya
se me había pasado la resaca de hamburguesa como podrán notar). Dentro del
edificio había unas enormes piedras brillositas *.* así como geodas y cuarzos y una fuente y
velitas y demás cositas raras chamanescas y yo dije “¿A qué horas sale Mizada?,
¡Yo soy Aries ascendente Libra, wey!” y en eso que nos dan unas hojitas donde
nos hacían preguntas MUY personales. Que si estoy enferma, que si cuantas veces
me he hecho cirugías y de qué, que si soy alcohólica o drogadicta… ¿O sea íbamos
a hacer algo divertido con poca ropa o a donar sangre?
Mi acompañante respondió a todo y pos ya
que, yo también tuve que sacar mis trapitos sucios al sol en ese formulario y
dejar la dignidad y los pocos misterios entre los dos debelados con sendas
tachitas y palomitas. En eso llega una chica muy mona y nos dice “Ya pueden
pasar” y que nos lleva a un cuarto oscurito iluminado solo con velitas, con
incienso y con una musiquita suuuuuper relajante y yo dije “¡Este arroz ya se
coció!”
Entramos al cuarto y la chica nos dice “Pueden
quitarse la ropa” y en eso pensé en lo que me había dicho mi cita “PONTE ROPA
QUE SEA FÁCIL DE QUITAR” y yo dije de aquí soy.
Me encueré como si Ryan Gosling me estuviera
esperando en la cama y en eso la muchacha nos pasa unas batitas y yo “WTF?” y
me dice, “pongasela y acuéstese” y pues ya cohibida ante la mirona esta decidí
obedecer.
Ya acostada en un camastro y mi cita en el
otro como a 3 metros de mi (¡UFF!!) pasaron un par de minutos y entraron dos
chicas al cuarto, me acomodaron en el camastro boca abajo y me descubrieron y
ahora si empezó lo bueno: la manoseada.
Empezó la mujer esa a tocarme por todos
lados y a amasarme como si de pan para bolillo se tratara. Y no solo eso, me
embarraba cremas y aceites y esencias, ¡Nada más le faltaba glasearme a la wey
y meterme al horno!
Tras unos minutos de incomodidad como que le
fui agarrando el ritmo (Ya saben que esas cosas llevan tiempo y hay que
acoplarse, comunicación ya saben jajaja) y pues que me empieza a gustar el
asunto.
Así estuvo la muchacha por mucho rato y me
agarraba las piernas y los pies y me los masajeaba y me hacía cosquillas (es
que soy muy cosquillenta jijiji) y más aceite y más cosas olorosas. Me dio un
masaje en el cuello que me dolió hasta
mis antepasados orientales. De repente se detuvo y salió de la habitación
con su otra compañera que estaba trabajando en mi cita.
Nos dejaron ahí en silencio, en la penumbra
con musiquita muy new age mezcla con “todos los chakras desalineados me la
pelan” y
me empecé a relajar bieeeeeen a gusto.
De repente se abre la puerta y vuelven a
entrar las dos chicas a quienes llamaré “Croc” y “Botas” porque era lo único
que les veía. La mía era Botas que por cierto estaban bien chidas. Me
empieza a frotar la espalda con más
aceites y yo sentía como se me escurría la grasa que me embarraba (ojala fuera
la que ya traía yo integrada pero no, esa se quedó conmigo y la sigo cargando L ) y en
eso que me pone unas piedras calientes en la espalda. A mí me gustó como se
sintió, pero mi cita solo se quejaba y yo pensé “Le han de estar quemando las
patas como a Cuauhtémoc”. Total tras restregarme las piedras por todos lados me
las dejó en la espalda y me enredó con una toalla húmeda… ¡¡¡¡Ahora sé lo que
siente la barbacoa de pozo!!!!
Y se volvieron a ir las condenadas.
Y que
me empieza a dar sueño y es que ya el disco de musiquita high iba por la segunda puesta y fue de esas veces que dices “no me quiero dormir porque el
que se duerme pierde... ¡y ronca que es peor! ¡Que oso, wey!” pero aguanté como las meras machas.
Total volvieron a entrar las muchachas y nos
quitaron las piedras y los trapos y en eso me empezaron a embarrar una vez más
algo en la espalda y frotaban y frotaban y tenía como piedritas chiquititas y
olía a chocolate y yo pensé, ¡Me están cubriendo como dona! Y con el olorcito
pues que la tripa empieza a gruñir y yo “¡Ay que oso, wey!”
Después de un rato me limpiaron la espalda
de todo eso y me pusieron otra cosa que solo Dios y ellas sabrán que fue pero
cuando me cubrieron con la toalla esta se me pegó como si me hubieran embarrado
pegamento. A los 10 minutos cuando me la quisieron quitar me la tuvieron que
despegar de la piel y medio rodarme para safarme y me acoré de ese momento en
que agarras un tamal y lo ruedas para que se safe de la hoja, bueno, ME SENTÍ
TAMAL.
Después de eso nos pusieron boca arriba y
siguieron con la amasada yo juraba que me iban a arrancar pedazos pero no, me quedé
igual de gorda. ¡¡¡UFF!!!
Finalmente me pusieron una mascarilla que me
hizo sentir prima del wey de Halloween.
Y como la mascarilla esa olía a poster de
limón del de galletas Marías (¡Les dije que yo ya traía hambre!) me empezaron a gruñir las tripas otra
vez.
Cuando nos la quitaron con agüita calientita
nos dejaron un ratito más descansando y así y luego muy educadamente entraron a
decirnos que ya podíamos caerle y rumbarle, eso si, con mucha educación y
clase.
Si, al salir hubo comidita rica y
reconfortante y caminamos de la mano (aunque sea para cruzar la calle).
No fue una cita tradicional pero que más da,
mi pielecita luce linda y suavecita, mi espalda no me duele tanto y ando con todas las pilas bien puestas.
Pues bien, mi cita no fue lo que pensaba pero resultó muy muy buena así que gracias cita misteriosa por llevarme a este lugar tan divertido, relajante y místico. P´a la siguiente mejor me llevas a una tamalería directo. ¿no?